Music

lunes, 11 de febrero de 2013

El Último Sacrificio: Presentando al Equipo.


Isabel estaba esperando a que sacaran los cadáveres del edificio, y aún guardaba la esperanza de que Bryan siguiera con vida. Salvador estaba cerca de ella. Se sentía intranquilo estando con los demás, siempre discutiendo, siempre tensos:
-Todo va a estar bien, señorita. No se preocupe.
Isabel sólo asintió.

Azahena se sentó en el borde del asiento del coche. Javier estaba de pie frente a ella, con sus dos enormes manos alrededor de las de ella. Estaba más tranquila, y su piel ya no lucía tan pálida cómo cuando salió de la prisión. Javier la observaba un momento a ella, y en otro desviaba su mirada a Luis, quien estaba enfrascado en una conversación un tanto escandalosa. Azahena también lo notó:
-¿De quién crees que se trate?
-¿De qué hablas?-, le preguntó Javier.
-Luis mencionó a una mujer, creo que el señor Molina lo sabe…
Javier se encogió de hombros, y con toda su enorme altura, se puso de cuclillas, para estar a la altura de su rostro.
-¿Qué querían ellos contigo? ¿Por qué te buscaron?
Azahena suspiró, cerrando los ojos. No quería recordar nada de aquello, pero le contó la historia. El cómo había conocido a Viktor para buscar un buen plan para aquella fiesta en septiembre, el miedo que tenía acerca de ese trato, y de cómo aquel hombre pensaba que su plan estaría consumido a través del sacrificio de ella y de Javier.
-Nosotras estábamos en el momento menos indicado. Creo que el hombre delgado vino por su amigo, pero no esperó encontrarme… Él dijo que también venía a visitarme… ¡Sabía que estaba aquí!-, dijo Azahena, preocupada. Se llevó ambas manos al rostro, desesperada.
-No tenías idea, Azahena. Pero ellos tal vez sepan mucho más de cada uno de nosotros de lo que podríamos admitir. Lo más importante, y lo mejor, es que ya estás a salvo. Sirvió de algo que le hubiera pedido a Flor que te dejaran salir…
Así que eso era lo que Javier le había pedido a Flor la noche del incidente en su casa, y Azahena no lo había sabido después de todo. Javier no se sentía mal por su actuar aquel día, y estaba dispuesto a que ella cambiara. Ambos se dedicaron una sonrisa.

Hiram escuchaba atento a Luis, a pesar de que el muchacho era un manojo de rabia. Se la había pasado dándole patadas al auto, caminando cómo desesperado, y sólo hasta que pudo tranquilizarse un poco, empezó a hablar:
-¿Cómo diablos pudo contratarla? ¿En qué estaba pensando?
-Tranquilo, señor Zaldivar. Tuve que buscar a la mejor gente entre su ramo, aquellas que se hicieran cargo de cualquier emergencia en caso de necesitarlas. Espero me entienda, que todo esto es por su bien…
-¡Pero a ella no…!-, exclamó Luis. Tal parecía que quería arrancarse los cabellos.
-Eso es irrelevante. Usted también tuvo que mentir y esconder cosas para protegerse a usted y al señor Carrillo hasta que llegara el momento, ¿no es así? Pues ahora llegó el momento, y va a tener que limitarse a seguir mis instrucciones.
Luis lo miró con odio, resoplando por la impotencia de no poder hacer nada más.
-¿Y que se supone que haremos?-, preguntó el muchacho, un poco más tranquilo. Sentía cómo le corría el sudor por el rostro.

-Es un equipo especial, algo que jamás habíamos hecho, o al menos no a ese nivel. Se trata de detener a uno de los más peligrosos terroristas y genocidas de los últimos años, y que lamentablemente ha escogido nuestro país cómo sede para otro de sus crímenes, y que desde hace 10 años ha puesto en inicio un plan para lograr su cometido. Nos referimos a Viktor Kunnel, alias “El Sicario”…
Los miembros del IECM escuchaban atentos, y la prensa interna tomaba fotos y notas. La junta se había hecho apenas 12 horas después del incidente en el Reclusorio Mixto, y algunos de los miembros del nuevo equipo del comandante Hiram Molina, que estaba en medio de la mesa.
A su izquierda, estaban sentados Javier, Luis y Salvador, en ese orden. Javier y Salvador estaban vestidos con sus batas de médicos del SEMEFO, y Luis sólo ostentaba un extraño saco con los codos parchados, uno de sus favoritos. Javier se acomodó los lentes, y miró de reojo a Luis, pero sin dedicarle muchas palabras.
A la derecha de Hiram estaban sentadas Azahena e Isabel, quién se veía demasiado ansiosa. Bryan seguía desaparecido, y ella tenía que estar ahí, pasara lo que pasara. Azahena, recién bañada y vestida con un denim color negro y una blusa azul marino, se veía más feliz, aunque igual de preocupada. Todas esas miradas acosándola parecían un montón de abejas que la picarían a la primera palabra o movimiento absurdo.
A su lado, había dos sillas vacías, y dos vasos de agua, compartiendo una sola jarra. Javier le había dicho la verdad: Serían siete los miembros del equipo especial, incluyéndola a ella.
-Los convoqué a esta junta, para presentarles a los miembros de este equipo. Quise llamar a la prensa interna del IECM y a los miembros de los demás departamentos, así evitaremos la prensa externa que pueda causar algún tipo de pánico entre la población. Tenemos, a mi extremo izquierdo, al doctor y médico forense recién graduado de Estados Unidos, el señor Salvador Ángeles. Colaborará con nosotros en la identificación de cuerpos, ciencia forense y salvaguardando vidas, en caso de ser necesario…
Con un movimiento cortés de la mano de Hiram, Salvador se ajustó bien la bata con ambas manos, se levantó, y se inclinó levemente, agradeciendo los aplausos de los presentes, y recibiendo algunos flashes en el rostro.
-Después está el señor Luis Zaldivar. Investigador en Filosofía Mexicana, autor de una tesis acerca de filosofía náhuatl, ha colaborado en las investigaciones de muchos casos para la agencia, poniendo en secreto su trabajo, incluso dentro de su vida personal…
Otra vez aplausos y flashes. Luis se sentía avergonzado, y la cara se le ponía roja, porque sabía que nada de eso merecía un perdón justo.
-Javier Carrillo, médico forense del SEMEFO, jefe de toda una división dentro de ese apartado, y aclamado investigador privado. Comenzó su carrera en este ramo cuando acontecieron los fatales sucesos en el Museo de Antropología hace 10 años, y así cómo ha resuelto los mejores casos en todo este tiempo, confiamos en que pueda hacer de este el mejor trabajo que jamás haya concebido.
Ahora la ovación de los presentes fue de pie, más escándalo y más fotografías. Javier había pensado siempre que en el ramo oficial de la investigación les tenía cierto rencor a los investigadores privados, pero a él incluso lo admiraban. No hizo más que sonreír cortésmente, y volvió a sentarse dónde debía.
Javier miró hacía su derecha, esperando el turno de los demás miembros.
-A mi derecha se encuentra la agente Isabel Aros, experta en artes de combate cuerpo a cuerpo y el uso de armas a corta distancia. Nos complace tenerla aquí, y esperamos que Bryan, su compañero, aparezca pronto.
Más aplausos y flashes. Isabel se sentía agradecida por las muestras de cariño, pero también estaba asustada. Cada vez que le mencionaban a Bryan sentía un estremecimiento, y le dolía el pecho.
-Todos sabemos que hay que internarnos en el más oscuro de los agujeros antes de salir a la luz, y que siempre las mayores afrentas pueden perdonarse, en favor de un bien común. La señora Azahena Gomezcaña sabe de lo que hablo, ya que fue condenada a casi 40 años en prisión por homicidio, pero ella sabe más que nosotros de lo que estamos enfrentando. Conoce de buena fuente a Kunnel, y eso puede servirnos de ayuda. Si todo termina cómo lo hemos planeado, la señora Gomezcaña cumplirá con toda su condena, ya que ha sido ella la víctima de las circunstancias…
Un poco menos de aplausos, pero sí muchas fotos. Azahena se sintió apenada, pero miró a Javier rápidamente. Ella no entendía el propósito de su presencia en aquel equipo especial, pero ahora sabía que sería la carnada, la forma más segura de llegar hasta Viktor.
Hiram tomó un largo trago de su vaso de agua, mientras los presentes seguían tomando notas en sus tabletas. Nadie parecía estar seguro de lo que vendría a continuación.
-Aún faltan dos miembros del equipo. Necesitamos un personal completo pero compacto, para poder movernos con sigilo entre las filas enemigas, y espero eso no se escuche muy militar…
El público alzó algunas risas. Hasta Javier se sonrió.
-Tenemos la presencia de una experta en comunicaciones y en transporte de personal y de material. Ha trabajado en distintas misiones, tanto en el país como internacionales, al servicio de gobiernos exclusivos y del ejército mexicano. Ha demostrado ser una mujer suficiente y con las características que necesitamos para desplazarnos por la ciudad. Les presento a Kerly Juca Delgado, experta en telecomunicaciones.
Por la puerta de la derecha, hasta el fondo, entró una muchacha, de piel fina, rasgos afilados, el cabello ondulado, acomodado encima del hombro izquierdo, con una mirada penetrante, pero componiendo una sonrisa cómo ninguna otra. Miró a Hiram, y se dirigió a él para saludarlo. Todos los presentes se quedaron boquiabiertos, excepto las mujeres, que también eran muchas, y parecían medir todos los movimientos. Kerly se sentó con parsimonia exagerada en la silla a lado de Azahena, y se dirigió al público, después de su bienvenida con aplausos.
-Gracias, miembros del IECM, comandante Molina, gracias a todos. Espero estar al tanto de las actividades de este equipo, a algunos ya los conozco a través de las noticias, y con los demás me iré acoplando. Vamos a hacer lo mejor posible por detener a ese hombre…
Otra vez aplausos, y más fotografías. Mientras los miembros del IECM seguían tomando notas, Hiram se preparó para presentar al último miembro.
-Por último, quiero presentarles a uno de nuestros miembros en investigación. Es una mujer que ha adquirido una buena educación, además de varias maestrías y doctorados en estudios religiosos en el país, con una tesis completa de la religión Náhuatl dentro de la UNAM, y se ha destacado en el medio cultural de países como Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón, entre otros. Miembros del IECM, les presento a Vianney Gil…
Luis se acomodó en su asiento, nervioso, y Hiram lo notó. Javier miró hacía su compañero, y luego a la muchacha que había entrado. Ella era la mujer por la que Luis se había enojado, y con justa razón, porque no sabían en qué peligros podían entrometerse, y ella se veía demasiado inocente. Hiram parecía mover sus hilos a diestra y siniestra para conseguir un resultado óptimo.
Vianney parecía de la edad de Luis, e incluso más chica. Era menuda en estatura, pero su complexión hacía que se viera importante. Tenía el extenso cabello color negro, con unas mechas rojizas, atado en una cola de caballo, y con aquel traje sastre parecía irradiar su propia inteligencia. También saludó a Hiram, y miró por encima de Javier hacía Luis. Con sus labios el compuso algo parecido a “¿Qué haces aquí?”, pero Luis no respondió, y la miró con miedo.
-Gracias por la bienvenida. Trataré de ayudar en esta causa, que preocupa a todos-, dijo Vianney, algo abstraída, sintiéndose más apenada que nunca, y con la preocupación de ver a una persona de su pasado ahí.
El equipo ya estaba listo.

-Agradezco su presencia, sus preguntas serán contestadas por medios más seguros, y esperamos que nos acompañen y apoyen hasta el final. A partir de este momento, comienza la operación y entrenamiento de la División Alterna de Investigación. Muchas gracias…
El escándalo y las fotos aumentaron conforme los miembros del equipo se retiraban. Cuando todos estuvieron fuera del alcance de los miembros del IECM, Luis se acercó a Vianney.
-Siento no poderte decir todo. Sigo molesto con la idea de que Molina te haya contratado para esto. ¿Sabes en lo que te estás metiendo?
Vianney lo miró, cómo analizándolo. Hacía años que no lo veía, y aunque ya no estaba tan subido de peso cómo antes, parecía mucho más desesperado por dejar de envejecer.
-Traté de buscar más información, pero no me da miedo. Admito que estás aquí, eso me deja más tranquila. Sólo espero no terminar cómo la otra ocasión, ¿entendido?
Luis asintió, desganado, componiendo cierta sonrisa de enfado.

Javier y Azahena estaba junto a Salvador, quien les había servido un café para cada quien. Miraban a Luis platicando con Vianney, y a Hiram tratando ciertos asuntos con Kerly, quien parecía demasiado divertida. Salvador se quitó un momento el borde de la taza humeante de la boca.
-Maldita sea la hora en la que dijimos que sí, doctor Carrillo. Al parecer, las personas con las que tratamos están más enteradas de todos nosotros, y entre nosotros ni siquiera nos conocemos. ¿Cómo pretenden que avancemos?
Javier miró a su compañero, y Azahena no dijo ni una palabra. Se limitaba a escuchar, tratando de aprender más de la gente con la que iba a pasar algunos días.
-Vamos a tener que hacernos a la idea que no estamos solos ahora, y que todo lo que hagamos va a repercutir en el grupo, sea bueno o malo. Es por el bien de las personas…

Hiram interrumpió un momento, ya que su celular vibró con la llegada de un mensaje de texto. Todos se quedaron en silencio, cuando el comandante volvió a cerrar su bolsillo con el dispositivo dentro. Isabel fue la primera en acercarse, pálida y con las manos temblorosas. Hiram la miró con aire ausente y serio.
-Lo lamento, Isabel. Encontraron el cuerpo de Bryan. Tenemos que irnos…


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Licencia Creative Commons
Homicidio Mexicano por Luis Zaldivar se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported.
Basada en una obra en http://letritayletrota1989.blogspot.mx/2012/09/homicidio-mexicano-luis-zaldivar-para.html.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden encontrarse en http://letritayletrota1989.blogspot.mx/2012/09/homicidio-mexicano-luis-zaldivar-para.html.