Gracias
de nuevo por su tiempo. Ya me conocen, soy su amigo Alberto Esquer, y estamos
hoy en una transmisión especial para nuestro canal de YouTube “Misterios
Revelados”. Nos encontramos en este parque, un lugar muy especial por las cosas
que se cuentan de él…
Alberto Esquer y su
equipo de investigación habían recibido la noticia de aquel lugar a través de
un correo anónimo y un vídeo que mostraba los detalles del lugar. Un enorme
parque, en medio de una pequeña colonia en el centro de la ciudad. El parque
estaba atravesado en su parte norte por un camino que iba por la orilla, y los
árboles del lugar estaban justo al sur, detrás de una valla de color verde,
hecha de metal resistente…
Pueden
observar amigos que a pesar de que aún son las 5 p.m., el parque luce oscuro, y
es por la cantidad de árboles que ocultan la vista. Uno tendría que entrar para
ver en realidad cómo es el lugar por dentro. Nos contaba nuestro contacto
anónimo que por las noches, muy a pesar de las luces de las calles alrededor,
el parque es la única mancha negra en todo el lugar. De día es fácil entrar,
aunque hay que caminar un buen tramo para llegar al centro, donde se encuentra
un claro con juegos y donde sentarse a descansar. Pero de noche muchos se han
perdido. La leyenda cuenta que varios niños y también adultos se han perdido
entre los árboles, sin siquiera encontrar la salida…
Un ejemplo: la pequeña
Melanie Álvarez, de cinco años de edad, caminando con sus padres por el parque
al atardecer. Al niña, curiosa, se soltó de la mano de su padre, y en su
desesperación, este y su esposa salieron corriendo para buscar a la niña. A
pesar de todo, la noche llegó y los padres tuvieron que salir del lugar para
llamar a las autoridades. La policía y protección civil entraron al lugar,
buscando a la niña. De ella se pudo rescatar uno de sus pequeños zapatos, pero
su paradero aún es desconocido.
Como
verán, con la luz que aún hay del sol a esta hora se ve oscuro aquí dentro.
Vamos siguiendo un sendero de pura tierra que se ha formado con las pisadas de
la gente. Al fondo se puede ver un poco más claro, y es porque nos vamos
acercando a la zona donde están los juegos…
Andrea Jiménez y su
novio Diego Morales entraron al parque por la tarde. Una de las amigas
personales de la chica, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, aseguró verlos
en una de las bancas cercanas a los juegos, antes de que ella saliera de ahí.
Parecían bastante acaramelados, y eso era porque los padres de Andrea le habían
prohibido verse con Diego. Aprovechando la oportunidad de la privacidad, los
muchachos permanecieron en el parque durante la noche. Al siguiente día, la
amiga fue a buscarla a casa, pero ni Andrea ni Diego habían regresado. Han
pasado casi tres años, y nadie ha sabido nada de su paradero.
Estamos
aquí con la señora Consuelo, una de las vigilantes. ¿Hace cuanto que no pasan
cosas raras en el parque?
-La
verdad tuvimos apenas un incidente con unas chicas. Dos amigas que salieron
corriendo apenas por la reja que da al camino del norte. Estaban bastante
alteradas, y traían rasguños en la cara y los brazos. Decían que habían visto a
una mujer entre los árboles, y que las había atacado. No creemos que sea un
vagabundo, ya que incluso la gente sin hogar no entra aquí por las noches.
Me
cuentan que hay una campaña para cuidar a la gente que disfruta del parque
antes del anochecer…
-Sí.
Nos turnamos para hacer rondas, ya sea aquí en el claro o por el perímetro del
parque, cerca de la valla que lo rodea y lo separa de la calle y las casas. Se
les informa a los papás que sean muy cuidadosos con los niños, que no los
descuiden ni un momento. Incluso hemos tenido que negar la entrada a los niños
que vienen solos a jugar, por su bienestar.
¿Y
usted a que cree que se deba esto de las desapariciones?
-No
es un lugar pequeño, de eso estamos seguros. Si hay alguien dentro que rapta a
los niños, puede ser, porque no hemos encontrado cuerpos ni nada. Ustedes
también deberán tener mucho cuidado. Llevan cámaras, y eso está bien, porque
podrían ayudarnos a descubrir lo que está pasando aquí…
El siguiente material
es original de Alberto Esquer y de su canal de YouTube. Una de las cámaras que
guardó registro de lo acontecido la noche del 30 de Abril fue encontrada entre
los árboles, en lo más profundo del parque, después de una exhaustiva búsqueda.
Las imágenes y el audio
que se presentan a continuación pueden herir la sensibilidad del espectador. Se
recomienda discreción.
Ya
es de noche aquí en el claro, y a pesar de ser un lugar despejado, aún se ve
oscuro. El único farol que hay aquí ya no sirve, y la luz parpadea. De camino
para acá pusimos al lado del sendero unas cuantas linternas que nos indican el
camino hacia la puerta al norte del parque. La cámara tiene un dispositivo que
nos ayudará a grabar en la oscuridad, y también tenemos linternas. No nos hemos
movido de aquí para no perder la orientación, aunque el camino de luces nos
indica la salida por cualquier cosa que llegara a pasar.
Adriana,
nuestra colaboradora aquí presente, tiene alguna información al respecto. ¿Qué
encontraste?
-Se
supone que la gente se pierde siempre en los bosques, pero jamás en algún lugar
tan pequeño como este. Hace tiempo estaba revisando las noticias de un pueblo
no muy lejos de aquí, donde ocho miembros de un equipo de la policía
desaparecieron en el bosque. El comandante había entrado a rescatar a alguien
en las faldas de un cerro, y mientras esperaban, los atacaron. Nadie sabe que
fue, y mucho menos dónde están los miembros de la policía. No había rastros de
sangre, ni de lucha, ni siquiera un cadáver.
Lo
que cuentas entonces es complicado. La gente desaparece sin más. ¿Lo que sucede
en el bosque de Aokigahara en Japón es muy similar?
-No.
Ahí la gente entra a morir, y sus cuerpos son encontrados mucho tiempo después.
En estos casos, los cuerpos desaparecen, no hay rastro. El caso más sugerente
que estudiamos alguna vez fue el de la tienda, en el centro comercial colina
arriba. Aquel muchacho que entró, según su novia, al baño y jamás volvió a ser
visto… Lo que sucede es que las desapariciones no se deben mucho al lugar, sino
a algo mucho peor, una fuerza o algún tipo de energía que vive de comer o de raptar
a…
¿Qué
fue eso?
Un sonido alteró al
equipo de grabación del blog, unas pisadas que se pudieron escuchar entre los
árboles, y, cuando la cámara dio la vuelta, la silueta de alguien caminando
directamente hacía el sendero. La grabación se interrumpe, hasta que aparece a
cuadro el camino de tierra, iluminado con linternas a lo largo, mientras los
árboles cubren todo en oscuridad.
Lo
viste, ¿verdad?
El muchacho que
sostiene la cámara se llamaba Ernesto.
-No,
no logré verlo. Tal vez la cámara captó algo pero yo…
Mira,
ahí frente, es la silueta…
-Ya
se ve en la cámara. Pero va directo por el sendero hacía la salida…
La que le dirige la
palabra a la silueta es Adriana, que al parecer va justo al lado del
camarógrafo.
-¿Quién
es? ¿Está perdida?
Voy
a acercarme. Sigue grabando…
Aparece en la pantalla
Alberto Esquer, que va casi trotando, por detrás de la mujer, que ni se detiene
ni parece hacerles caso. Va descalza, con un camisón blanco y el cabello negro
por la espalda, casi hasta la cintura.
Disculpe,
¿se encuentra…?
Aquella persona da la
vuelta y todo pasa rápido. Aquella mujer se abalanza contra Esquer, y él no
puede quitársela de encima. Sólo hasta que escuchan los gritos de dolor y
terror del hombre, es cuando Ernesto y Adriana salen corriendo, pero no
directamente por el camino de tierra, sino entre los árboles. La cámara no
apunta bien a ninguna parte en concreto, pero se escuchan los gritos de
Adriana, los pasos apresurados, y algo que suena como un aullido.
-Corre,
corre Adriana, corre…
Los gritos de la chica
se apagan cuando, después de una larga carrera, ambos llegan al borde del
parque. La valla verde de metal les cierra el paso, y detrás no se ven más que
las sombras de las casas tras una espesa niebla.
-¿Qué
fue eso…? ¿Dónde está Alberto?
-No
lo sé, Adriana. Vamos a seguir la valla hasta que lleguemos a la puerta.
Tranquila, voy detrás de ti…
La cámara apunta
directamente hacia la chica, que camina despacio, esquivando las piedras y las
raíces de los árboles, que salen debajo del suelo como nudos traicioneros. Nadie
en las grabaciones originales alcanzó lo que aquí se muestra en cámara lenta:
mientras los dos van caminando, sin despegarse de la valla, el paisaje,
misteriosamente, se vuelve repetitivo. Ni siquiera los dos muchachos se daban
cuenta que parecía que volvían al mismo lugar, pasaban por las mismas piedras y
por encima de las mismas raíces, una y otra vez.
-¿Qué
es eso?
Ernesto logra captar
algo que la cámara también registra. Son risas lejanas. Niños escondidos entre
los árboles.
-Vámonos
Ernesto, vámonos…
-Espera,
mira…
Tras los árboles
aparecen las siluetas, las sombras de niños que se acercan a ellos.
-Vámonos
ya… ¡Vámonos!
Los niños se van
acercando a donde están los muchachos. Son siluetas solamente, se ven como
vaporosos, hechos de niebla. Sus ojos vacíos y sus sonrisas negras, sin
dientes. Adriana sale corriendo, pero Ernesto se queda ahí, rodeado de todos
aquellos espectros.
-¿Qué
desean? ¡Váyanse de aquí…!
La cámara tiembla
porque el muchacho tiene miedo, y escucha a lo lejos el grito de la muchacha,
un alarido aterrador, y como si algo se arrastrara por el suelo. Los niños
señalan hacía arriba, sin dejar de sonreír. La respiración del muchacho se
acelera, mientras la cámara apunta hacia arriba.
Los últimos segundos
del vídeo son confusos. Se puede ver a la mujer del vestido blanco colgando
boca debajo de la rama de un árbol, con el cabello negro cubriendo el rostro.
Luego, ella se deja caer y Ernesto suelta un grito. Después de un forcejeo y
del sonido de algo desgarrándose, la cámara cae al suelo. Se ven los pies del
muchacho, que yace en el suelo, y como algo lo arrastra por el suelo,
agarrándolo de la cabeza.
Después de la edición y
de ver minuciosamente los últimos segundos del vídeo hasta el momento del
ataque, se pudo hacer un retrato robot de “aquello” que causó la muerte y
desaparición del equipo de Alberto Esquer en el parque. Una mujer envuelta en
un camisón blanco, con largo cabello negro, descalza. La cabeza no es la de una
mujer, sino que parece el cráneo de un caballo, alargado y con los agujeros de
los ojos y las fosas nasales, además de dos hileras de dientes afilados, como
los de los leones.
Si de algo estoy
segura, es que dentro de ese lugar hay algo que asesina a la gente que se
adentra por la noche. Alguna especie de fuerza sobrenatural se ha instalado en
ese bosque, tal vez proveniente de algún otro lugar, tal como Adriana lo hace
saber a la cámara. Sólo por curiosidad, decidí preguntar en los foros de temas
sobrenaturales acerca de fenómenos relacionados. La tienda que se menciona en
el vídeo es un tema recurrente, y he encontrado a alguien más apto para darme
información que vale la pena atender.
Cualquier resultado, queridos amigos, se los
haré saber. Mientras tanto, sigan conectados y pendientes. Esto no se ha
acabado…