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domingo, 30 de abril de 2017

#UnAñoMás: El Parque Maldito (Día del Niño)

El parque y el sendero narrado en el cuento están inspirados en un parque real de la colonia Atlanta en Cuautitlán Izcalli, justo en la avenida de atrás de mi calle. De noche, como podrán ver, es un lugar bastante aterrador...


Gracias de nuevo por su tiempo. Ya me conocen, soy su amigo Alberto Esquer, y estamos hoy en una transmisión especial para nuestro canal de YouTube “Misterios Revelados”. Nos encontramos en este parque, un lugar muy especial por las cosas que se cuentan de él…
Alberto Esquer y su equipo de investigación habían recibido la noticia de aquel lugar a través de un correo anónimo y un vídeo que mostraba los detalles del lugar. Un enorme parque, en medio de una pequeña colonia en el centro de la ciudad. El parque estaba atravesado en su parte norte por un camino que iba por la orilla, y los árboles del lugar estaban justo al sur, detrás de una valla de color verde, hecha de metal resistente…
Pueden observar amigos que a pesar de que aún son las 5 p.m., el parque luce oscuro, y es por la cantidad de árboles que ocultan la vista. Uno tendría que entrar para ver en realidad cómo es el lugar por dentro. Nos contaba nuestro contacto anónimo que por las noches, muy a pesar de las luces de las calles alrededor, el parque es la única mancha negra en todo el lugar. De día es fácil entrar, aunque hay que caminar un buen tramo para llegar al centro, donde se encuentra un claro con juegos y donde sentarse a descansar. Pero de noche muchos se han perdido. La leyenda cuenta que varios niños y también adultos se han perdido entre los árboles, sin siquiera encontrar la salida…
Un ejemplo: la pequeña Melanie Álvarez, de cinco años de edad, caminando con sus padres por el parque al atardecer. Al niña, curiosa, se soltó de la mano de su padre, y en su desesperación, este y su esposa salieron corriendo para buscar a la niña. A pesar de todo, la noche llegó y los padres tuvieron que salir del lugar para llamar a las autoridades. La policía y protección civil entraron al lugar, buscando a la niña. De ella se pudo rescatar uno de sus pequeños zapatos, pero su paradero aún es desconocido.
Como verán, con la luz que aún hay del sol a esta hora se ve oscuro aquí dentro. Vamos siguiendo un sendero de pura tierra que se ha formado con las pisadas de la gente. Al fondo se puede ver un poco más claro, y es porque nos vamos acercando a la zona donde están los juegos…
Andrea Jiménez y su novio Diego Morales entraron al parque por la tarde. Una de las amigas personales de la chica, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, aseguró verlos en una de las bancas cercanas a los juegos, antes de que ella saliera de ahí. Parecían bastante acaramelados, y eso era porque los padres de Andrea le habían prohibido verse con Diego. Aprovechando la oportunidad de la privacidad, los muchachos permanecieron en el parque durante la noche. Al siguiente día, la amiga fue a buscarla a casa, pero ni Andrea ni Diego habían regresado. Han pasado casi tres años, y nadie ha sabido nada de su paradero.
Estamos aquí con la señora Consuelo, una de las vigilantes. ¿Hace cuanto que no pasan cosas raras en el parque?
-La verdad tuvimos apenas un incidente con unas chicas. Dos amigas que salieron corriendo apenas por la reja que da al camino del norte. Estaban bastante alteradas, y traían rasguños en la cara y los brazos. Decían que habían visto a una mujer entre los árboles, y que las había atacado. No creemos que sea un vagabundo, ya que incluso la gente sin hogar no entra aquí por las noches.
Me cuentan que hay una campaña para cuidar a la gente que disfruta del parque antes del anochecer…
-Sí. Nos turnamos para hacer rondas, ya sea aquí en el claro o por el perímetro del parque, cerca de la valla que lo rodea y lo separa de la calle y las casas. Se les informa a los papás que sean muy cuidadosos con los niños, que no los descuiden ni un momento. Incluso hemos tenido que negar la entrada a los niños que vienen solos a jugar, por su bienestar.
¿Y usted a que cree que se deba esto de las desapariciones?
-No es un lugar pequeño, de eso estamos seguros. Si hay alguien dentro que rapta a los niños, puede ser, porque no hemos encontrado cuerpos ni nada. Ustedes también deberán tener mucho cuidado. Llevan cámaras, y eso está bien, porque podrían ayudarnos a descubrir lo que está pasando aquí…
El siguiente material es original de Alberto Esquer y de su canal de YouTube. Una de las cámaras que guardó registro de lo acontecido la noche del 30 de Abril fue encontrada entre los árboles, en lo más profundo del parque, después de una exhaustiva búsqueda.
Las imágenes y el audio que se presentan a continuación pueden herir la sensibilidad del espectador. Se recomienda discreción.
Ya es de noche aquí en el claro, y a pesar de ser un lugar despejado, aún se ve oscuro. El único farol que hay aquí ya no sirve, y la luz parpadea. De camino para acá pusimos al lado del sendero unas cuantas linternas que nos indican el camino hacia la puerta al norte del parque. La cámara tiene un dispositivo que nos ayudará a grabar en la oscuridad, y también tenemos linternas. No nos hemos movido de aquí para no perder la orientación, aunque el camino de luces nos indica la salida por cualquier cosa que llegara a pasar.
Adriana, nuestra colaboradora aquí presente, tiene alguna información al respecto. ¿Qué encontraste?
-Se supone que la gente se pierde siempre en los bosques, pero jamás en algún lugar tan pequeño como este. Hace tiempo estaba revisando las noticias de un pueblo no muy lejos de aquí, donde ocho miembros de un equipo de la policía desaparecieron en el bosque. El comandante había entrado a rescatar a alguien en las faldas de un cerro, y mientras esperaban, los atacaron. Nadie sabe que fue, y mucho menos dónde están los miembros de la policía. No había rastros de sangre, ni de lucha, ni siquiera un cadáver.
Lo que cuentas entonces es complicado. La gente desaparece sin más. ¿Lo que sucede en el bosque de Aokigahara en Japón es muy similar?
-No. Ahí la gente entra a morir, y sus cuerpos son encontrados mucho tiempo después. En estos casos, los cuerpos desaparecen, no hay rastro. El caso más sugerente que estudiamos alguna vez fue el de la tienda, en el centro comercial colina arriba. Aquel muchacho que entró, según su novia, al baño y jamás volvió a ser visto… Lo que sucede es que las desapariciones no se deben mucho al lugar, sino a algo mucho peor, una fuerza o algún tipo de energía que vive de comer o de raptar a…
¿Qué fue eso?
Un sonido alteró al equipo de grabación del blog, unas pisadas que se pudieron escuchar entre los árboles, y, cuando la cámara dio la vuelta, la silueta de alguien caminando directamente hacía el sendero. La grabación se interrumpe, hasta que aparece a cuadro el camino de tierra, iluminado con linternas a lo largo, mientras los árboles cubren todo en oscuridad.
Lo viste, ¿verdad?
El muchacho que sostiene la cámara se llamaba Ernesto.
-No, no logré verlo. Tal vez la cámara captó algo pero yo…
Mira, ahí frente, es la silueta…
-Ya se ve en la cámara. Pero va directo por el sendero hacía la salida…
La que le dirige la palabra a la silueta es Adriana, que al parecer va justo al lado del camarógrafo.
-¿Quién es? ¿Está perdida?
Voy a acercarme. Sigue grabando…
Aparece en la pantalla Alberto Esquer, que va casi trotando, por detrás de la mujer, que ni se detiene ni parece hacerles caso. Va descalza, con un camisón blanco y el cabello negro por la espalda, casi hasta la cintura.
Disculpe, ¿se encuentra…?
Aquella persona da la vuelta y todo pasa rápido. Aquella mujer se abalanza contra Esquer, y él no puede quitársela de encima. Sólo hasta que escuchan los gritos de dolor y terror del hombre, es cuando Ernesto y Adriana salen corriendo, pero no directamente por el camino de tierra, sino entre los árboles. La cámara no apunta bien a ninguna parte en concreto, pero se escuchan los gritos de Adriana, los pasos apresurados, y algo que suena como un aullido.
-Corre, corre Adriana, corre…
Los gritos de la chica se apagan cuando, después de una larga carrera, ambos llegan al borde del parque. La valla verde de metal les cierra el paso, y detrás no se ven más que las sombras de las casas tras una espesa niebla.
-¿Qué fue eso…? ¿Dónde está Alberto?
-No lo sé, Adriana. Vamos a seguir la valla hasta que lleguemos a la puerta. Tranquila, voy detrás de ti…
La cámara apunta directamente hacia la chica, que camina despacio, esquivando las piedras y las raíces de los árboles, que salen debajo del suelo como nudos traicioneros. Nadie en las grabaciones originales alcanzó lo que aquí se muestra en cámara lenta: mientras los dos van caminando, sin despegarse de la valla, el paisaje, misteriosamente, se vuelve repetitivo. Ni siquiera los dos muchachos se daban cuenta que parecía que volvían al mismo lugar, pasaban por las mismas piedras y por encima de las mismas raíces, una y otra vez.
-¿Qué es eso?
Ernesto logra captar algo que la cámara también registra. Son risas lejanas. Niños escondidos entre los árboles.
-Vámonos Ernesto, vámonos…
-Espera, mira…
Tras los árboles aparecen las siluetas, las sombras de niños que se acercan a ellos.
-Vámonos ya… ¡Vámonos!
Los niños se van acercando a donde están los muchachos. Son siluetas solamente, se ven como vaporosos, hechos de niebla. Sus ojos vacíos y sus sonrisas negras, sin dientes. Adriana sale corriendo, pero Ernesto se queda ahí, rodeado de todos aquellos espectros.
-¿Qué desean? ¡Váyanse de aquí…!
La cámara tiembla porque el muchacho tiene miedo, y escucha a lo lejos el grito de la muchacha, un alarido aterrador, y como si algo se arrastrara por el suelo. Los niños señalan hacía arriba, sin dejar de sonreír. La respiración del muchacho se acelera, mientras la cámara apunta hacia arriba.
Los últimos segundos del vídeo son confusos. Se puede ver a la mujer del vestido blanco colgando boca debajo de la rama de un árbol, con el cabello negro cubriendo el rostro. Luego, ella se deja caer y Ernesto suelta un grito. Después de un forcejeo y del sonido de algo desgarrándose, la cámara cae al suelo. Se ven los pies del muchacho, que yace en el suelo, y como algo lo arrastra por el suelo, agarrándolo de la cabeza.
Después de la edición y de ver minuciosamente los últimos segundos del vídeo hasta el momento del ataque, se pudo hacer un retrato robot de “aquello” que causó la muerte y desaparición del equipo de Alberto Esquer en el parque. Una mujer envuelta en un camisón blanco, con largo cabello negro, descalza. La cabeza no es la de una mujer, sino que parece el cráneo de un caballo, alargado y con los agujeros de los ojos y las fosas nasales, además de dos hileras de dientes afilados, como los de los leones.
Si de algo estoy segura, es que dentro de ese lugar hay algo que asesina a la gente que se adentra por la noche. Alguna especie de fuerza sobrenatural se ha instalado en ese bosque, tal vez proveniente de algún otro lugar, tal como Adriana lo hace saber a la cámara. Sólo por curiosidad, decidí preguntar en los foros de temas sobrenaturales acerca de fenómenos relacionados. La tienda que se menciona en el vídeo es un tema recurrente, y he encontrado a alguien más apto para darme información que vale la pena atender.
Cualquier resultado, queridos amigos, se los haré saber. Mientras tanto, sigan conectados y pendientes. Esto no se ha acabado…

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