A
finales del siglo XXI se desarrolló un nuevo tipo de arte, algo que
revolucionaría para siempre el mercado y la forma de mostrar al mundo la
capacidad creativa del hombre frente a la misma naturaleza y otras especies
animales.
Se
le llamó Ars-Mental, la combinación de representación artística con la
capacidad mental del hombre. Según los principios de la ciencia noética, el
pensamiento bien dirigido puede actuar sobre la materia, de una manera más o
menos extensa, siempre y cuando el ejecutor tenga un poderoso poder sobre sus
pensamientos dirigidos. Muchos trataron de efectuar estas nuevas obras
artísticas sin el equipo necesario, incluso sin estar preparados del todo, por
lo que sufrían las consecuencias más aterradoras de su insolencia.
Al
final, después de mucho debatir, la Academia Mundial de Ars-Mental (que más bien
funcionaba como una corporación global del género) se quedó con los derechos de
la maquinaria para efectuar tales trabajos, además del nombre y de los permisos
necesarios para realizar estas actividades. La misma Academia, junto con su
trabajo de estandarizar el Ars-Mental, propuso a todo aquel interesado estudiar
los principios del género artístico, sus métodos y técnicas, así como elevar el
propio coeficiente de la mente para lograr tales empresas. De al menos 30
millones de aspirantes en todo el mundo, en cualquiera de las sucursales de la
Academia, al menos 3000 se graduaban con honores, y no todos conseguían
inmediatamente los permisos.
Uno
de los egresados de la primera generación de Ars-Mental, Gregorio Szandor, se
había convertido no sólo en un respetado artista, sino en mentor de muchos
otros que deseaban conseguir el anhelado primer lugar de las academias.
Gregorio ya contaba con 57 años cuando presenció una de las propuestas más
interesantes y arriesgadas del Ars-Mental hasta la fecha. Se trataba de la
tesis de titulación de una joven artista, Nora Mandel, quién pretendía usar la
escenografía más grande hasta ahora propuesta por alumno alguno en el
Ars-Mental.
Para
este trabajo se dispuso de una enorme instalación al aire libre, colocada en
las praderas. Esta consistía en una enorme estructura con forma de regadera,
tan alta como un edificio de 30 pisos. Justo al lado de la estructura
descansaban dos enormes pantallas holográficas de alta definición, que
mostrarían no sólo la ejecución de Nora, sino las representaciones mentales de
su trabajo. Para ello, la muchacha tendría que conectarse al aparato estándar
de Ars-Mental, el casco de neuroactividad, con el cual no sólo sería posible
elevar su ya creciente actividad cerebral, sino mostrar al mundo lo que su
cerebro procesaba en ese momento, en imágenes reales.
Todos
creían en la actividad neural de Nora, incluso el mismo Gregorio le había visto
manipular objetos pequeños, moviéndolos sólo con la ayuda de su mente sin
aparato alguno, después de años de entrenamiento y demás sesiones, en las que
le ayudaban a su organismo a lograr el máximo necesario para pequeñas
representaciones de Ars-Mental en papel o lienzos de tamaño pequeño. Esta vez,
con la instalación artística más grande de la historia, Nora lograría algo que
estaba más allá de lo que cualquier otro artista podría hacer jamás.
La
instalación dio inicio con la llegada de Nora al centro de la estructura, bajo
aquella enorme regadera. Le fue colocado el aparato neurológico, que consistía
en un casco cerebral que se conectaba automáticamente a los nervios de su nuca
y a todos los que se encontraban a lo largo de la columna vertebral, sin dolor
alguno. Varios cables sobresalían de los costados del cableado cerebral
conectándose directamente a las yemas de sus dedos. Todo el aparato abarcaba
por completo la enorme estructura y las dos pantallas holográficas. A lo lejos,
sobre plataformas instaladas a distancia segura, se encontraban varios miembros
del equipo de Nora tomando lecturas y grabando todo el proceso. Gregorio
Szandor los acompañaba para supervisar el trabajo de la chica.
Alrededor
del mediodía empezó la muestra de Ars-Mental de Nora. La muchacha trataba de
concentrarse en encender por ella misma la enorme estructura, la cual, con un
chasquido, soltó el agua sobre sí misma, como una enorme cascada que retumbaba
entre la instalación de metal. Después de que las pantallas mostraran sólo el
rostro de la muchacha, empezaron a emitir colores diversos conforme el agua
caía hacía el depósito del fondo, sin desperdiciarse, como en una fuente. El
peso del agua hacía que Nora se tambaleara, pero jamás dejó la instalación ni
canceló el proceso, se concentró hasta que sus dedos quedaron rojos y las yemas
de los mismos le escocieran.
Con
un poco más de fuerza de voluntad, Nora empezó a manipular el entorno a su
alrededor, formando una cúpula de aire que la protegía del agua, y también a
manejar los chorros de agua que caían cerca de ella, dibujando en su superficie
formas geométricas simples. Era tal la cantidad de agua que los trazos de la
muchacha se diferenciaban perfectamente con el caos de chorros que caían en
picada directamente al depósito.
En
las pantallas holográficas aparecían las mismas formas representadas por
colores básicos. De repente, empezaron a dibujarse otras formas más infantiles
pero complejas, como flores y animales sin forma definida. Estos mismos
aparecían en el agua que la muchacha manipulaba con más tranquilidad que antes.
Cuando
las figuras se volvieron más complejas, empezaron a escucharse los sonidos que
emitían. El claxon de un pequeño auto, el trino de los pájaros y hasta el
aullido casi real de un enorme lobo que se materializaba en el agua. El proceso
neuronal de Nora para el Ars-Mental empezaba a relacionar los sentidos, hasta
el punto de poder oler la fragancia de un pino que se movía al ritmo del viento
en su cabeza, y no tan sólo en aquel recóndito lugar, sino también en el agua
de la enorme instalación.
En
lo más secreto de su mente, en la parte que aún la máquina no procesaba, Nora
sabía que el momento del clímax había llegado, y que necesitaría toda su fuerza
para culminar.
Desde
el fondo de sus más oscuros secretos y recuerdos más vergonzosos, Nora dejó
salir la verdad que quería plasmar con una fuerza casi sobrenatural. En las imágenes
que aparecían en el agua y posteriormente en las pantallas, aparecía ella misma
observando a una persona que todos en el lugar conocía. La voz tranquila de
Gregorio Szandor brotaba del agua como música viva nunca antes escuchada.
-El
Ars-Mental es la nueva puerta de la publicidad. Imagina las grandes posibilidades,
Nora. Tenemos en las manos el control de lo que queramos, del pensamiento
ajeno.
Nadie
dijo nada, aunque todas las cámaras seguían grabando. Junto a los recuerdos de
esta conversación, salieron imágenes que Nora había recreado en su imaginación,
de una sociedad siempre mirando hacia arriba, gente que observaba en el cielo
un enorme anuncio mundial, del dominio de la mente.
-Tenemos
el poder de manipular la mente de cualquiera, de mostrarle cosas que jamás se
habían visto y de conducirlos hasta el bienestar final. Ponerlos en contra del
gobierno, de sus represores, darles mente propia controlada desde el fondo. Y después,
ponerlos en su propia contra, unos contra otros, experimentar…
Nora
no podría controlar más las imágenes que provenían desde el futuro, desde un
futuro que ella misma se había construido. El calor del fuego evaporaba el
agua, y el olor de la muerte y el polvo nuclear inundaron la pradera. Junto al
susurro de la voz de Gregorio, se escuchaba también el grito de alguien, que se
multiplicó por miles y luego por millones.
-Imagina
las posibilidades. Crear una conciencia colectiva tan poderosa que se comporte
como un animal. Barrer con el mundo, poner al mundo a nuestros pies. Ser uno
para siempre, poderosos e inmortales.
Con
el último aliento, y soltando un grito desgarrador que se dibujó en el agua,
Nora se dejó caer. Sintió que su mente le pertenecía de nuevo, dejando caer el
agua sobre ella y cayendo de rodillas en el depósito de la regadera gigante. Las
pantallas se apagaron y empezaron a humear, incluso una de ellas prendió en
llamas. Los miembros del equipo se pusieron en acción, algunos para detener el
flujo de agua y rescatar a Nora, quién estaba conmocionada y sollozante, y
otros para apagar el incendio de la pantalla.
Algunos
de los miembros del equipo retuvieron a Gregorio Szandor hasta que las
autoridades de la Academia vieran los resultados de la ejecución de Nora, quién
estaba recuperándose de su conmoción en un hospital cercano. Era claro que las
palabras del profesor habían sido sinceras, considerando sus años como profesor
quería obtener un beneficio más grande y peligroso para la humanidad. El Ars-Mental,
según las autoridades, debía ser una expresión de la mente humana y no de la
dominación de todas las demás. Sin embargo, aunque las autoridades aclararon
los hechos, las malas lenguas aseguraron que el propósito de Gregorio Szandor
respondía a intereses más grandes.
Y
a ustedes, que leyeron estos diez cuentos, les quiero enseñar algo. Acaban de
usar el método más sencillo y antiguo de Ars-Mental que se conoce, sin ayuda de
ningún otro aparato más que sus computadoras o celulares. Han usado esta
herramienta del futuro desde siempre, y hasta ahora se darán cuenta de su
verdadero potencial. Porque no hay elemento más grande para ver el pasado y el
futuro, lo que está y lo que no, que la imaginación, el verdadero Ars-Mental.
Los
quiero mucho.
Luis Zaldivar, 21-30 de Mayo de 2015.
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