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lunes, 2 de febrero de 2015

Patrilagnia: Amor sobrenatural... (Cuento 2, Capítulo 1) +18

Segunda Parte
Patrilagnia:
Amor sobrenatural…



2.1

Era imposible pensar en una cosa así.
Fue hace ya cinco años, cuando Travis Ileman decidió probar suerte. Trabajaba en una oficina en un reconocido edificio jurídico en el centro de la ciudad, y si los rumores y pintas sobre las paredes eran ciertos, en el baño del tercer piso, los que se encontraban detrás de las oficinas sin ocupar, sucedían encuentros fortuitos.
Los interesados, hombres con segundas vidas, curiosidades insatisfechas y preferencias sexuales alternativas, siempre visitaban esos baños, con la más absoluta discreción y sin llamar demasiado la atención. Fuera, era como cualquier otro recinto para depositar las necesidades biológicas, pero era dentro donde ocurría la magia. Ahí dentro había una decena de cubículos, cinco de cada lado, además de seis mingitorios, tres en cada pared, y cerca de la puerta los lavabos. Los cubículos del fondo tenían en sus paredes una especie de agujeros llamados gloryholes, por donde los invitados a la fiesta introducían sus miembros para que los hombres del otro lado pudieran saborear. En ocasiones, y sólo si no había algún elemento de seguridad del tercer piso en los pasillos, se podían tener relaciones sexuales rápidas, sin saludos, sin besos ni caricias, sin cigarrillo al final. Otros más sólo iban a mirar, extasiados por lo que se podía ahí encontrar. Los que iban eran pocos, menos de diez personas, y todos ellos se conocían perfectamente, al menos solo de rostro (y de pene).
Travis se atrevió a ir, sin importarle su trabajo, su reputación varonil, su esposa y Shawn, su hijo adolescente. Fue durante la noche, acabando su turno en la oficina. Bajó directamente por las escaleras de servicio, y se escabulló hasta los baños del tercer piso, los cuales lucían más abandonados y oscuros que de costumbre. Dio unos pasos vacilantes antes de cruzar la puerta de los baños, e incluso se golpeó el muslo con uno de los lavabos, pero no sintió dolor. Porque, al fondo de aquel recinto, en el pequeño pasillo que separaba a los cubículos, se encontraban ya dos hombres, uno de traje y otro de pants y sudadera, besándose y tocándose.
El hombre avanzó con cuidado, tocándose el bulto que crecía bajo su pantalón, sonriendo porque, al final, se había atrevido a ir. A su derecha, en uno de los cubículos con gloryhole, alguien susurró:
-Hey, aquí.
Travis escuchó la llamada, y detectó en la voz de aquella persona algo parecido a la excitación, pero más profunda y poderosa, como si… No, desechó la idea de su cabeza, y la olvidó en segundos.
Entró al cubículo, y vio que la boca de alguien ya le esperaba del otro lado, en el otro cubículo. Aquel muchacho, porque Travis sabía que había sido alguien de menor edad, estaba hincado, y su boca estaba abierta, esperando su miembro detrás de la pared de lámina. Travis se bajó la cremallera, y sacó su enorme miembro, como desplegándolo frente al muchacho. Parecía, según él, una extraña combinación de película pornográfica y confesión de los pecados en la iglesia.
El muchacho trataba de meter todo el miembro de Travis en su boca, pero no alcanzaba a tanto. Se limitó a saborear en la punta y en los costados, como quién saborea por primera vez un dulce nuevo. Como en todos los baños del edificio, había unas pequeñas bocinas empotradas en el techo, donde se escuchaba música de todo tipo. Esta vez, Travis no sabía si gemir de placer, o tararear los coros de Those Good Old Dreams de Carpenters.
Algo en la boca del muchacho lo llenaba de deseo de saber de quién se trataba, aunque no lo conociera. Lo hacía tan bien, tan delicioso, que simplemente se dejó llevar, empujando su cuerpo contra el panel de metal, haciendo que su miembro entrara y saliera. La boca del muchacho lo hacía tan bien, que Travis cerró los ojos, como quién disfruta del sol de la playa en vacaciones. Sintió correr el sudor en su frente, y también sintió que el orgasmo final ya venía. Pero no quería desperdiciar su semen en algo así. Sacó su miembro rápidamente, sin meterlo de nuevo al pantalón, y salió de su cubículo.
Se acercó rápidamente al cubículo de al lado, el cual no tenía el seguro puesto. Iba decidido a ver el rostro de aquel joven que le había dado el mejor sexo oral de toda su vida. Abrió la puerta, y vio al muchacho aún hincado en el suelo, pero que ahora miraba hacía la puerta abierta. A Travis le costó darse cuenta durante unos segundos, pero cuando se tranquilizo, y el furor sexual se le fue pasando, cayó en la cuenta.
Ante sus ojos, mirándole con aquellos ojos verdes que le había heredado, Travis Ileman tenía de rodillas a Shawn, su propio hijo.
-Papá… No… no le diré mamá, lo juro.
Travis puso el dedo en sus labios, para que nadie más pudiera escucharlo. Su hijo parecía nervioso y asustado, casi a punto de llorar.
-Yo tampoco le diré nada. Creo que vas a tener que irte primero a casa, para no levantar sospechas. Vete…
Shawn se levantó, y caminó torpemente hacía la puerta que su padre mantenía cerrada. Salió caminando como si nada, pero Travis sabía, percibía más bien, que su vástago estaba asustado, sin salida ni solución.


Y mirando desde uno de los cubículos detrás de Travis, había un voyerista, sentado en la taza, sonriendo. Le gustaba ir ahí y ver de lo que eran capaces los hombres cuando nadie más los veía. Y esta vez era una situación complicada, pero por lo demás agradable. Sin decir más, y sin que nadie más lo viera (nadie más podía verlo en realidad), desapareció en el aire…

2 comentarios:

Azahena dijo...

Me imagino que lo de sobrenatural es nomas el final, tierna historia amigo, pero le faltó algo, no sé, sangre, pero creo que el trauma del sr es suficiente jajaja

Luis Zaldivar dijo...

Jeje recuerda que este es el primer capítulo del segundo cuento, es decir, que continuará. La historia no queda inconclusa ahora...

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