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domingo, 30 de abril de 2017

#UnAñoMás: El Parque Maldito (Día del Niño)

El parque y el sendero narrado en el cuento están inspirados en un parque real de la colonia Atlanta en Cuautitlán Izcalli, justo en la avenida de atrás de mi calle. De noche, como podrán ver, es un lugar bastante aterrador...


Gracias de nuevo por su tiempo. Ya me conocen, soy su amigo Alberto Esquer, y estamos hoy en una transmisión especial para nuestro canal de YouTube “Misterios Revelados”. Nos encontramos en este parque, un lugar muy especial por las cosas que se cuentan de él…
Alberto Esquer y su equipo de investigación habían recibido la noticia de aquel lugar a través de un correo anónimo y un vídeo que mostraba los detalles del lugar. Un enorme parque, en medio de una pequeña colonia en el centro de la ciudad. El parque estaba atravesado en su parte norte por un camino que iba por la orilla, y los árboles del lugar estaban justo al sur, detrás de una valla de color verde, hecha de metal resistente…
Pueden observar amigos que a pesar de que aún son las 5 p.m., el parque luce oscuro, y es por la cantidad de árboles que ocultan la vista. Uno tendría que entrar para ver en realidad cómo es el lugar por dentro. Nos contaba nuestro contacto anónimo que por las noches, muy a pesar de las luces de las calles alrededor, el parque es la única mancha negra en todo el lugar. De día es fácil entrar, aunque hay que caminar un buen tramo para llegar al centro, donde se encuentra un claro con juegos y donde sentarse a descansar. Pero de noche muchos se han perdido. La leyenda cuenta que varios niños y también adultos se han perdido entre los árboles, sin siquiera encontrar la salida…
Un ejemplo: la pequeña Melanie Álvarez, de cinco años de edad, caminando con sus padres por el parque al atardecer. Al niña, curiosa, se soltó de la mano de su padre, y en su desesperación, este y su esposa salieron corriendo para buscar a la niña. A pesar de todo, la noche llegó y los padres tuvieron que salir del lugar para llamar a las autoridades. La policía y protección civil entraron al lugar, buscando a la niña. De ella se pudo rescatar uno de sus pequeños zapatos, pero su paradero aún es desconocido.
Como verán, con la luz que aún hay del sol a esta hora se ve oscuro aquí dentro. Vamos siguiendo un sendero de pura tierra que se ha formado con las pisadas de la gente. Al fondo se puede ver un poco más claro, y es porque nos vamos acercando a la zona donde están los juegos…
Andrea Jiménez y su novio Diego Morales entraron al parque por la tarde. Una de las amigas personales de la chica, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, aseguró verlos en una de las bancas cercanas a los juegos, antes de que ella saliera de ahí. Parecían bastante acaramelados, y eso era porque los padres de Andrea le habían prohibido verse con Diego. Aprovechando la oportunidad de la privacidad, los muchachos permanecieron en el parque durante la noche. Al siguiente día, la amiga fue a buscarla a casa, pero ni Andrea ni Diego habían regresado. Han pasado casi tres años, y nadie ha sabido nada de su paradero.
Estamos aquí con la señora Consuelo, una de las vigilantes. ¿Hace cuanto que no pasan cosas raras en el parque?
-La verdad tuvimos apenas un incidente con unas chicas. Dos amigas que salieron corriendo apenas por la reja que da al camino del norte. Estaban bastante alteradas, y traían rasguños en la cara y los brazos. Decían que habían visto a una mujer entre los árboles, y que las había atacado. No creemos que sea un vagabundo, ya que incluso la gente sin hogar no entra aquí por las noches.
Me cuentan que hay una campaña para cuidar a la gente que disfruta del parque antes del anochecer…
-Sí. Nos turnamos para hacer rondas, ya sea aquí en el claro o por el perímetro del parque, cerca de la valla que lo rodea y lo separa de la calle y las casas. Se les informa a los papás que sean muy cuidadosos con los niños, que no los descuiden ni un momento. Incluso hemos tenido que negar la entrada a los niños que vienen solos a jugar, por su bienestar.
¿Y usted a que cree que se deba esto de las desapariciones?
-No es un lugar pequeño, de eso estamos seguros. Si hay alguien dentro que rapta a los niños, puede ser, porque no hemos encontrado cuerpos ni nada. Ustedes también deberán tener mucho cuidado. Llevan cámaras, y eso está bien, porque podrían ayudarnos a descubrir lo que está pasando aquí…
El siguiente material es original de Alberto Esquer y de su canal de YouTube. Una de las cámaras que guardó registro de lo acontecido la noche del 30 de Abril fue encontrada entre los árboles, en lo más profundo del parque, después de una exhaustiva búsqueda.
Las imágenes y el audio que se presentan a continuación pueden herir la sensibilidad del espectador. Se recomienda discreción.
Ya es de noche aquí en el claro, y a pesar de ser un lugar despejado, aún se ve oscuro. El único farol que hay aquí ya no sirve, y la luz parpadea. De camino para acá pusimos al lado del sendero unas cuantas linternas que nos indican el camino hacia la puerta al norte del parque. La cámara tiene un dispositivo que nos ayudará a grabar en la oscuridad, y también tenemos linternas. No nos hemos movido de aquí para no perder la orientación, aunque el camino de luces nos indica la salida por cualquier cosa que llegara a pasar.
Adriana, nuestra colaboradora aquí presente, tiene alguna información al respecto. ¿Qué encontraste?
-Se supone que la gente se pierde siempre en los bosques, pero jamás en algún lugar tan pequeño como este. Hace tiempo estaba revisando las noticias de un pueblo no muy lejos de aquí, donde ocho miembros de un equipo de la policía desaparecieron en el bosque. El comandante había entrado a rescatar a alguien en las faldas de un cerro, y mientras esperaban, los atacaron. Nadie sabe que fue, y mucho menos dónde están los miembros de la policía. No había rastros de sangre, ni de lucha, ni siquiera un cadáver.
Lo que cuentas entonces es complicado. La gente desaparece sin más. ¿Lo que sucede en el bosque de Aokigahara en Japón es muy similar?
-No. Ahí la gente entra a morir, y sus cuerpos son encontrados mucho tiempo después. En estos casos, los cuerpos desaparecen, no hay rastro. El caso más sugerente que estudiamos alguna vez fue el de la tienda, en el centro comercial colina arriba. Aquel muchacho que entró, según su novia, al baño y jamás volvió a ser visto… Lo que sucede es que las desapariciones no se deben mucho al lugar, sino a algo mucho peor, una fuerza o algún tipo de energía que vive de comer o de raptar a…
¿Qué fue eso?
Un sonido alteró al equipo de grabación del blog, unas pisadas que se pudieron escuchar entre los árboles, y, cuando la cámara dio la vuelta, la silueta de alguien caminando directamente hacía el sendero. La grabación se interrumpe, hasta que aparece a cuadro el camino de tierra, iluminado con linternas a lo largo, mientras los árboles cubren todo en oscuridad.
Lo viste, ¿verdad?
El muchacho que sostiene la cámara se llamaba Ernesto.
-No, no logré verlo. Tal vez la cámara captó algo pero yo…
Mira, ahí frente, es la silueta…
-Ya se ve en la cámara. Pero va directo por el sendero hacía la salida…
La que le dirige la palabra a la silueta es Adriana, que al parecer va justo al lado del camarógrafo.
-¿Quién es? ¿Está perdida?
Voy a acercarme. Sigue grabando…
Aparece en la pantalla Alberto Esquer, que va casi trotando, por detrás de la mujer, que ni se detiene ni parece hacerles caso. Va descalza, con un camisón blanco y el cabello negro por la espalda, casi hasta la cintura.
Disculpe, ¿se encuentra…?
Aquella persona da la vuelta y todo pasa rápido. Aquella mujer se abalanza contra Esquer, y él no puede quitársela de encima. Sólo hasta que escuchan los gritos de dolor y terror del hombre, es cuando Ernesto y Adriana salen corriendo, pero no directamente por el camino de tierra, sino entre los árboles. La cámara no apunta bien a ninguna parte en concreto, pero se escuchan los gritos de Adriana, los pasos apresurados, y algo que suena como un aullido.
-Corre, corre Adriana, corre…
Los gritos de la chica se apagan cuando, después de una larga carrera, ambos llegan al borde del parque. La valla verde de metal les cierra el paso, y detrás no se ven más que las sombras de las casas tras una espesa niebla.
-¿Qué fue eso…? ¿Dónde está Alberto?
-No lo sé, Adriana. Vamos a seguir la valla hasta que lleguemos a la puerta. Tranquila, voy detrás de ti…
La cámara apunta directamente hacia la chica, que camina despacio, esquivando las piedras y las raíces de los árboles, que salen debajo del suelo como nudos traicioneros. Nadie en las grabaciones originales alcanzó lo que aquí se muestra en cámara lenta: mientras los dos van caminando, sin despegarse de la valla, el paisaje, misteriosamente, se vuelve repetitivo. Ni siquiera los dos muchachos se daban cuenta que parecía que volvían al mismo lugar, pasaban por las mismas piedras y por encima de las mismas raíces, una y otra vez.
-¿Qué es eso?
Ernesto logra captar algo que la cámara también registra. Son risas lejanas. Niños escondidos entre los árboles.
-Vámonos Ernesto, vámonos…
-Espera, mira…
Tras los árboles aparecen las siluetas, las sombras de niños que se acercan a ellos.
-Vámonos ya… ¡Vámonos!
Los niños se van acercando a donde están los muchachos. Son siluetas solamente, se ven como vaporosos, hechos de niebla. Sus ojos vacíos y sus sonrisas negras, sin dientes. Adriana sale corriendo, pero Ernesto se queda ahí, rodeado de todos aquellos espectros.
-¿Qué desean? ¡Váyanse de aquí…!
La cámara tiembla porque el muchacho tiene miedo, y escucha a lo lejos el grito de la muchacha, un alarido aterrador, y como si algo se arrastrara por el suelo. Los niños señalan hacía arriba, sin dejar de sonreír. La respiración del muchacho se acelera, mientras la cámara apunta hacia arriba.
Los últimos segundos del vídeo son confusos. Se puede ver a la mujer del vestido blanco colgando boca debajo de la rama de un árbol, con el cabello negro cubriendo el rostro. Luego, ella se deja caer y Ernesto suelta un grito. Después de un forcejeo y del sonido de algo desgarrándose, la cámara cae al suelo. Se ven los pies del muchacho, que yace en el suelo, y como algo lo arrastra por el suelo, agarrándolo de la cabeza.
Después de la edición y de ver minuciosamente los últimos segundos del vídeo hasta el momento del ataque, se pudo hacer un retrato robot de “aquello” que causó la muerte y desaparición del equipo de Alberto Esquer en el parque. Una mujer envuelta en un camisón blanco, con largo cabello negro, descalza. La cabeza no es la de una mujer, sino que parece el cráneo de un caballo, alargado y con los agujeros de los ojos y las fosas nasales, además de dos hileras de dientes afilados, como los de los leones.
Si de algo estoy segura, es que dentro de ese lugar hay algo que asesina a la gente que se adentra por la noche. Alguna especie de fuerza sobrenatural se ha instalado en ese bosque, tal vez proveniente de algún otro lugar, tal como Adriana lo hace saber a la cámara. Sólo por curiosidad, decidí preguntar en los foros de temas sobrenaturales acerca de fenómenos relacionados. La tienda que se menciona en el vídeo es un tema recurrente, y he encontrado a alguien más apto para darme información que vale la pena atender.
Cualquier resultado, queridos amigos, se los haré saber. Mientras tanto, sigan conectados y pendientes. Esto no se ha acabado…

jueves, 28 de mayo de 2015

VIII: El fotógrafo.

Cada tarde, Irvin salía a los lugares más conocidos de Izcalli a fotografiar lo que se encontrara: animales, pájaros, árboles y hasta los atardeceres. Varias de sus mejores tomas las subía a su blog, para que sus seguidores las admiraran y también para compartirlas con profesionales.
Aquella tarde Irvin fue a uno de los muchos parques cercanos a su casa, esperando encontrar algunos niños jugando en la resbaladilla o en los columpios. Había fotografiado en el camino un par de aves, una paloma sobre un cable y hasta una oruga en medio de la banqueta. Cuando llegó al parque, no había niños, pero sí un pequeño grupo de alumnos de la secundaria jugando una cascarita de futbol. Tomó unas cuantas fotos, una mientras jugaban y otra cuando uno de los muchachos anotó gol. Después, tomó otras dos a una hermosa flor que había nacido en un árbol.
Mientras enfocaba para una foto del parque en general, divisó algo al fondo. Era una persona que él solía conocer, pero sin embargo había decidido olvidar. Era una muchacha, de estatura media y de figura robusta, aunque su rostro era un encanto, de piel color crema y ojos grandes, con los labios pintados de rojo, que contrastaban con su cabello negro largo y ondulado. Trataba de recordar su nombre, pero estaba más concentrado en enfocar, esta vez, a la muchacha, quién estaba sentada solitaria en una banca más allá de los árboles.
De repente, al fondo de la imagen, apareció un hombre, más viejo que la muchacha pero vestido muy elegante, con traje y corbata. En ese momento, Irvin tomó una foto, quedando plasmado el rostro de aquel hombre sonriente. Después, el hombre tomó a la chica de la mano, levantándola delicadamente de la banca, y se la llevó del brazo, cruzando con cuidado la avenida y dando la vuelta hasta una de las calles menos transitadas de la colonia.
Sin pensarlo dos veces, Irvin aferró bien su bolsa y dejando que la cámara colgara en su cuello, corrió hasta donde la pareja había desaparecido. Al llegar a la esquina, se detuvo para observar a través del obturador de su cámara. La chica iba del lado derecho, y el hombre le platicaba algo que a ella le causaba risa. Caminó discretamente detrás de ellos, separado muchos metros de la pareja, sin mirarlos demasiado. Casi al final de la calle, cruzaron de nuevo detrás de un auto rojo que iba en sentido contrario, y se pararon ante la puerta de un edificio, que Irvin sabía que antes había sido un bar, aunque no había tenido mucho éxito.
Justo antes de entrar, Irvin volvió a tomarles una foto, y esperó a que desaparecieran en el umbral de la puerta para cruzar. Aún le quedaban algunos metros para llegar hasta la puerta del lugar, cuando le llegó una extraña sensación, entre pertenencia y miedo. Algo en ese lugar le indicaba que estaba cometiendo un error, pero que era necesario entrar para saber cómo se llamaba la chica y que era lo que tenía que hacer a continuación. Cuando llegó ante la puerta, se dio cuenta que estaba entreabierta, y dentro se escuchaba música, lejana, como si proviniera de otra parte.
Sin pensarlo dos veces, Irvin entró en aquel lugar…

El bar estaba atestado de gente, y algunos otros jugaban en las cuatro mesas de billar dispuestas alrededor del recinto. Al fondo, en la barra, había una figura que contrastaba con las demás, un muchacho alto que vestía un smoking de color amarillo. Estaba sentado con un tarro de cerveza de color azul entre sus manos, y cuando Irvin entró, volteó para verlo a los ojos y dirigirle una sonrisa un tanto extraña. Con un ademán de la mano izquierda le indicó que se acercara. Irvin, con la cámara aún en el cuello, se acercó, esquivando a unas cuantas personas antes de sentarse al lado del hombre de amarillo.
-Llegas algo tarde, y con ese atuendo, no, no, no…-, dijo el hombre de amarillo, con tono burlón en su voz.
Irvin se miró a sí mismo y luego al hombre.
-Diría lo mismo en tu lugar.
-Es lo único que he traído de casa, Irvin. Creo que sabes a lo que has venido aquí.
-Quiero saber el nombre de la chica, la que entró antes que yo con el viejo-, dijo el muchacho.
El hombre de amarillo levantó su tarro y bebió un largo sorbo de su cerveza azul.
-Estás aquí por eso y más. Necesito que me hagas un pequeño trabajo. Acompáñame por favor.
El hombre de amarillo dejó su tarro en medio de la barra y se levantó, caminando hacía una puerta al fondo del bar. Irvin también se levantó y le siguió, mirándole atentamente y aferrando bien su cámara con ambas manos. Detrás de la puerta estaba la bodega del bar. Al fondo, en una pared mugrosa, había un traje, de un color que a Irvin le recordó algo que había pasado hace mucho tiempo.
-Necesito que te cambies, no puedes salir así.
Irvin empezó a quitarse la ropa, sin que el hombre de amarillo se inmutara de ello. Dejó su ropa en una caja de cartón que estaba en la esquina de la bodega, con todo y la bolsa y la cámara. Cuando estuvo listo, Irvin se miró y quedó fascinado con su nueva imagen, más elegante, sin importarle la barba y los lentes.
-Lleva tu cámara, porque necesito la evidencia de que lo has hecho bien. Esto es lo que tienes que hacer.
El hombre de amarillo se acercó a Irvin y le susurró algo al oído, como si supiera que alguien le estaba viendo. El muchacho escuchaba todo atentamente, y asintió cuando el misterioso hombre acabó.
-Ahora, ve y hazme ese favor. Ella te dirá cuanto quieras cuando lo hayas cumplido. Sabes dónde encontrarla, y no quiero que la decepciones, y a mí tampoco.
-¿Qué más voy a ganar? No quiero sólo respuestas.
El hombre de amarillo abrió la puerta y acompañó a Irvin de regreso al bar. Ya llevaba de nuevo la cámara en el cuello.
-Hazlo, y te daré lo que me pidas.

De regreso en la calle, Irvin se dio cuenta que ya era de noche, sin embargo, eso no le impidió regresar sobre sus propios pasos, hasta la esquina de la calle. Ahí se quedó esperando hasta que llegó una chica, la cual no se veía muy bien con la penumbra del parque y los árboles a aquella hora. Le tomó una foto desde donde estaba, y corrió hasta la banca donde, hace mucho tiempo, había encontrado a una pareja sospechosa.
Se sentó justo al lado de la chica, sin mirarle el rostro, pero sintió su calor y su presencia. Ella le dirigió la palabra con una voz dulce.
-¿Él te mandó?
-Si te refieres al extraño del bar, sí.
-Me imagino que quiere las evidencias. El diputado llegará en un momento más y tendrás lo que deseas. Mira, ahí está.
Desde el otro extremo del parque llegó un hombre muy bien vestido, e Irvin recordó algo que no pudo ubicar, algo de otro tiempo, o de otro mundo. La muchacha se levantó para recibir a su nuevo invitado, aunque Irvin prefirió quedarse en la penumbra, escondido detrás de la banca y apuntando con la cámara. La pareja se saludó con un beso, y ella le llevó hasta un lugar más iluminado por la luz de un farol.
Cuando la luz abarcó a la pareja, Irvin se quedó de una pieza, con el rostro desencajado de miedo y desesperación. La chica era la misma mujer rolliza y bonita con quién compartía su vida, quien besaba apasionadamente al diputado, recién electo. La muchacha sacó de su bolsita, sin que nadie se diera cuenta, un cuchillo, y se lo clavó en el cuello al hombre que acababa de besar. Este se llevó la mano al cuello, tratando de detener el flujo de sangre, y sin perder tiempo, la muchacha lo acuchilló dos veces más, esta vez en el vientre.
-¡Toma las fotos que quieras!-, gritó hacía el vacío la muchacha, corriendo hacía otra calle, perdiéndose para siempre.
Irvin empezó a tomar fotos, apretando una y otra vez el obturador sin detenerse. Las imágenes eran la secuencia de un hombre que había muerto a mitad del parque, un hombre importante.
Detrás del muchacho, se escuchaba una risa etérea, que parecía diluirse con el aire, una risa macabra de alguien que esperaba que hiciera bien su trabajo. Irvin salió corriendo de ahí, aferrando bien su bolsa y su cámara. No regresaría al bar, pero encontraría un lugar seguro para ver las fotos.
Después de correr varios metros sin mirar atrás, Irvin encontró un espacio hueco entre dos negocios, como un callejón. Ahí, entró al menú de su cámara para ver las fotos. La chica sentada en la banca, otra de ella con el diputado besándose, y varias más del hombre muriendo a mitad del parque. Si tenía que entregarlas a alguien, no sabía a quién. El hombre de amarillo no le había dicho donde verlo otra vez. Un pitido de la cámara le indicó que había nuevas fotos.

Cuando Irvin las vio, no podía creerle a sus ojos, y sentía que su mente le había traicionado. Las fotos tenían la fecha para dentro de dos años. y sin embargo, ahí estaban. Pájaros, una paloma en un cable, una oruga en la banqueta, una flor, chicos jugando soccer… y una donde aparecía una chica, la chica del parque, como en un sueño, sentada en la misma banca, con un hombre de traje amarillo.


miércoles, 27 de mayo de 2015

VII: Vídeo prohibido.

Se dice de un vídeo que está maldito, en parte porque incluye toda una sesión completa de sexo de una actriz casi desconocida llamada Bianca Amore con un sujeto desconocido, sino porque entre el celuloide se esconde algo siniestro que muy pocos han podido ver hasta el final.
Uno de estos “valientes”, quién ha subido su propia experiencia con el vídeo llamado “Bianca Amore lo recibe todo” a través de una entrada a su blog, describe la experiencia como algo aterrador en verdad. Consiguió la copia del vídeo en un casete de VHS de un amigo, quién aseguraba haberlo comprado en un mercado de pulgas, tan solo con la etiqueta que figuraba en el dorso del casete. Este muchacho, al vivir solo, no tardó en poner el vídeo después de que su amigo se lo prestara. No sabemos si el amigo ya lo había visto o tan sólo se lo prestó como algo circunstancial.
Después de la acostumbrada primera sección de estática, el vídeo empieza con la escena de una cama vacía. La fecha del vídeo sólo muestra 15 de Octubre, sin especificar el año, aunque lo que deduce este chico es que podría tratarse de los 80’s o 90’s. Aparece en escena Bianca Amore, una mujer de piel blanca y cabello negro, recogido en un elaborado chongo detrás de su nuca. Junto a ella se acerca un hombre, musculoso, que lleva ropa entallada y que, por lo que se ve, ya tiene una erección muy firme entre los pliegues de su pantalón de mezclilla.
La escena cambia abruptamente, cuando ambos ya están completamente desnudos, y ella le está dando el mejor sexo oral de su vida al hombre musculoso, quien sólo está recostado en la cama, boca arriba, disfrutando el momento y soltando gemidos. La calidad de la grabación es deficiente, pero parece que alguien los está grabando, ya que la cámara se mueve conforme los deseos de quién la porta, grabando de repente a la mujer chupando y después la cara de placer de su acompañante.
Después de otro corte, y de una serie de zumbidos y rayones en la imagen, aparece una nueva escena, desde una toma diferente, donde se ve a Bianca siendo penetrada por su acompañante, de forma alternada: durante unos minutos el enorme pene del hombre musculoso entra en la vagina de la actriz, y en otra escena entra por el ano, y es cuando se escuchan los gemidos aún más y más fuertes por parte de ella. La fuerza con la que Bianca es penetrada analmente es suficiente para que ella experimente un squirt, es decir, la llamada eyaculación femenina. El hombre se deleita con lo que la actriz ha hecho, y la sigue penetrando en repetidas ocasiones, apretando sus senos con firmeza.
El muchacho que describe todo esto declara que se sintió tan bien viendo el vídeo que empezó a masturbarse, aunque la imagen empezó a fallar y se escuchaba otro audio pegado con el que originalmente mostraba la película. Al fondo había una plática entre dos hombres, y aunque no pudo escuchar bien lo que decían, distinguió palabras como “grabar”, “invisible” y “señor”. Lo que más le llamó la atención era que, a pesar de las escenas sexuales, ni Bianca ni su compañero parecían “saber” que los estaban grabando.
La escena volvió a cambiar, esta vez, grabando el rostro de Bianca, mientras estaba en la posición de perrito, siendo penetrada por detrás por su compañero, quién la sostenía de las caderas y la empujaba casi con violencia. A cada embestida, los senos de la actriz se movían hacía delante de manera rápida y muy constante. La cámara se mueve un poco hacía arriba para captar el torso y el rostro del actor, quién gemía de placer al penetrar a Bianca de aquella brutal manera. Sin embargo, se alcanza a distinguir algo detrás de él, y es precisamente ahí donde muchos no han podido ver más allá.
Nuestro amigo narra que, al enfocar la cámara en el espejo detrás del actor, se muestra la identidad del camarógrafo. Sin embargo, no es algo fácil de ver. Es como si la imagen viniera de otra grabación superpuesta, una sombra negra que se distorsiona en otras formas más. Se alcanza a ver un hombre con traje, una mujer de pantalón, otro hombre desnudo y hasta un anciano, todos ellos sosteniendo por turnos la cámara y alternando con la sombra negra. En un determinado momento, la figura ya no muestra una silueta humana, sino algo que parece más inhumano, largo, hecho de materia negra, y con ojos que pasan del blanco al rojo.
La cámara vuelve a dejar de hacer zoom, para enfocarse una vez más en la pareja, quienes han cambiado de posición, esta vez, para grabar como el actor eyacula sobre la cara y el pecho de Bianca. Después, él empieza a masturbarla, para causarle un nuevo squirt, esta vez más potente que el anterior. La cámara se aleja, saliendo del cuarto y azotando la puerta de la recámara. Desde atrás llega un grito de mujer, y la voz del hombre que grita:
-¿Qué fue eso? ¿Quién anda ahí?
Después, el vídeo termina con al menos dos minutos de estática.
Nuestro contacto en el blog aclara que, después de sentirse intrigado y hasta excitado, el miedo que le provocó ver aquello en el espejo le hizo pensar que, después de todo, ese vídeo no era la clásica escena porno de cualquier celebridad haría y que después se filtraría. Era más bien como un plan para ver si algún experimento funcionaba. Los distintos rostros en el espejo le dan a entender que tal vez muchas dimensiones se mezclaron en ese momento, o cuando eres invisible, la tela de la realidad se rompe, mostrándote con distintas facetas.
Dice que, en sus sueños, sigue viendo aquella cosa de ojos blancos y negros, que acecha detrás de todos los espejos, con una cámara que salpica semen y que tiene dientes que devoran carne. Después de ver el vídeo, le contó a su amigo el hecho, y ambos decidieron que deberían abandonar el vídeo en cualquier otra parte donde nadie más pudiera sufrir los efectos aterradores de aquellas extrañas visiones. 
Hasta la fecha, no hay copia en Internet de dicho material, y las identidades de Bianca Amore (si es que ese era su verdadero nombre) o del actor que la acompañaba siguen siendo un misterio. Tampoco se sabe quién o qué grabó aquellas imágenes.


 
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