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sábado, 14 de febrero de 2015

Patrilagnia: Cuento 2, Capítulo 4 (+18)



2.4

Shawn se levantó poco a poco del suelo. No quería acercarse demasiado a la mancha de comida en el suelo, pero tenía que cerciorarse de que aquellas huellas no eran producto de su imaginación o del miedo. Se quedó boquiabierto cuando observó lo que estaba marcado en el suelo: eran genuinas huellas humanas, solo que les faltaba el dedo meñique. El rastro terminaba en la pared, como si aquella cosa hubiese traspasado por ahí sin ningún problema y sin dejar rastros más que sus extraños pies mutilados.
Se acercó para observar mejor la pared, pero en ese momento, el sonido de su celular lo espantó. El aparato vibraba encima de la mesa, pero no era el sonido de una llamada ni un mensaje. Shawn lo tomó entre sus manos, temblando, y revisó la notificación: era el recordatorio que había dejado en el calendario para aquel día. En el mensaje se leía “San Valentín con Papá”.
-Maldita sea, lo había olvidado.
El muchacho recordó que había hecho planes con su padre para cenar en casa, algo muy íntimo, y tal vez, por la noche, volver a coger como nunca antes en sus vidas. Sin embargo, el asunto del refrigerador le iba a quitar puntos a aquel día tan especial si no se apuraba a arreglar ese desastre. Sea lo que fuese, aquello ya no estaba ahí. Tenía que darse prisa. Apagó la alarma del celular, y corrió de nuevo a las escaleras. Sin embargo, cuando llegó al pie de éstas, ya estaba alguien más, esperándole a la mitad del camino.
Estaba de perfil, pero Shawn no tardó en adivinar su extraña silueta, borrosa entre la penumbra del lugar. Era un hombre, o tal vez un muchacho como él, alto y fornido, pero con una espalda anormalmente muy ancha, como si sobre sus hombros estuviera cargando algo. Su cabeza estaba volteada hacia él, observándole fijamente a pesar de la poca luz. En la mano derecha tenía algo agarrado, posiblemente un bastón, porque se veía alargado y curvo.
De repente, el celular del chico volvió a sonar, esta vez, con una llamada de su padre. Tardó en contestar, pero cuando lo hizo y miró hacía las escaleras, ya no había nadie.
-Shawn, ¿estás ahí?
-Lo… lo siento. Estaba viendo algo por la ventana. ¿Qué pasó?
-Bueno, quería preguntarte qué tienes planeado para hacer hoy. Voy a salir a la misma hora del trabajo, así que puedo pasar por algo para preparar y comemos en casa.
Shawn recordó el desastre que se había quedado en la cocina, y respondió rápidamente.
-Mejor vamos a cenar. No creo que haya mucha gente en los restaurantes. Y después, podríamos venir a casa a… bueno, ya sabes.
-Bueno, si eso es lo que quieres, está bien. Te arreglas y paso por ti después de la oficina. Me tengo que ir, hay un asunto con unos papeles muy importantes que debo resolver. Nos vemos en la tarde campeón…
Travis colgó primero, mientras el muchacho respiraba aliviado. Tendría que apresurarse a arreglar todo el lío antes de que su padre llegara, y prepararse para salir. Antes de subir las escaleras, volvió a sentir ese escalofrío en la espalda, que le hizo voltear casi por instinto.
Esta vez, sus ojos no lo engañaban. Aquel hombre o ser que estaba en las escaleras un minuto antes estaba frente a él, bloqueando el pasillo con sus enormes alas a medio desplegar. Eran enormes: blancas como la nieve, y curveadas por arriba, casi arrastraban en el suelo. Podía escuchar como crujían en la base de los hombros. El ser no llevaba mucha ropa, a excepción de una toga que le cubría medio pecho y las partes íntimas. Iba descalzo, y era extremadamente pálido, con el cabello blanco resplandeciente y hermosos ojos color rosado. Lo que Shawn había creído que era un bastón, era en realidad un arco, y una flecha con punta de plomo le apuntaba directamente al corazón.
-¿Quién eres tú?-, dijo Shawn, asustado y temblando. El celular se le cayó de entre los dedos.
La criatura se limitó a sonreír primero, y a tensar aún más la cuerda de su arma.
-Vengo a arreglar lo que no está en su sitio, y a eliminar lo que no va bien…
El muchacho retrocedió unos pasos, mientras aquella criatura afianzaba más sus pies sobre el suelo. Shawn vio que en cada extremidad sólo tenía cuatro dedos. E incluso en las manos le faltaban los meñiques, y sus dedos eran más largos y finos.
-No puedes estar aquí. Y menos amenazarme, así que lárgate de mi casa…
-¿O si no qué? No puedes detenerme, muchacho. Yo soy la vida misma, y en esta ocasión, seré tu muerte…
Shawn reaccionó lo más rápido que pudo. Dio media vuelta y subió corriendo las escaleras. Para la criatura, el tiempo se movía más lento, y pudo darse la oportunidad de apuntar bien antes de disparar. La flecha salió zumbando directamente hacía el muchacho, quién intentó agacharse para esquivarla. Pero no lo logró: la punta de plomo se le clavó a la mitad del hombro, quedando como un viejo cuchillo sin afilar a medio cortar un pan. El estallido de dolor y sangre hizo que Shawn gritara y se tropezara con uno de los escalones, cayendo de bruces sin poder volver a levantarse. No sentía todo el brazo izquierdo, y el hombro le escocía demasiado.
-Jamás fallo, Shawn Ileman. Menos con las flechas de plomo, que traen la desgracia a los corazones que son tocados por ella.
La criatura fue rápida, a pesar de que sus alas parecían no caber en el reducido espacio del pasillo. Se abalanzó contra Shawn, y le sometió con una de sus fuertes piernas desnudas, haciendo que se lastimara el pecho con el borde de los escalones. Sin soltar el arco con la derecha, tomó la flecha incrustada en el hombro del muchacho con la otra mano, y la jaló sin piedad. La sangre brotaba, y Shawn no podía ni gritar porque le oprimían el pecho. Con el mismo pie con el que le sometía, la criatura le dio una patada en el costado a Shawn, y escuchó perfectamente cuando sus costillas se rompían.
El muchacho se dio la vuelta hacia arriba, y empezó a gritar, aunque no se podía mover. Con el arco, la criatura le propinó un golpe en la cara. Primero uno, después otro y otro más. El rostro de Shawn terminó moreteado y con serias cortadas en la frente, una mejilla y el cuello. La criatura se puso cara a cara con su víctima, casi tocándose la nariz, y Shawn pudo sentir su aliento, el olor a dulce miel que manaba de su boca directo hasta la suya. La mano de aquel ser apretó fuerte el pene del muchacho, haciendo que este sintiera una erección. Lo frotó un momento hasta sentir el semen empapando la ropa interior de su víctima.
-Esto es una lección: tú y tu padre han corrompido mi trabajo, y deben pagar por ello. Volveré, y acabaré con ustedes-, dijo la criatura, sonriendo, limpiando su mano en el pecho adolorido y marcado del muchacho.
Shawn alcanzó a balbucear algo:
-¿Quién eres…?
Aquella cosa extendió las alas hacía arriba, como si fuera a soltar a volar de repente. Miró al muchacho una vez más a los ojos, y le dijo en un susurro:
-Amphitalés.
Se llevó uno de sus largos dedos a los labios, como quién desea silencio, y empezó a desvanecerse en el aire, como una sombra que pasa de repente.
El dolor era insoportable, y con las últimas fuerzas, alcanzó a tomar el celular. Shawn marcó el teléfono de su padre, y cuando éste contestó, sólo pudo soltar pequeños alaridos y quejidos, entre sollozos y escupitajos de sangre. Travis intentaba comunicarse en vano con su hijo, cuando éste se desmayó.

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